Yuri Buenaventura: “yo no soy cómo me ven”
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El salsero se describe a sí mismo como un pregonero del amor
universal, de la luz y de la posibilidad de llegar a la paz. El artista fue el
encargado de cerrar la edición 20 de Salsa al Parque.
Un acercamiento a Yuri Buenaventura como ser humano permite
entender sus letras y su éxito como artista y como uno de los cantautores de
salsa más importantes del mundo. Su amor por la literatura y su convicción en
lo que se puede hacer a través del arte, lo revela en un encuentro previo a su
presentación en el cierre de la edición número 20 del Festival Salsa al Parque,
organizado por la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través del Instituto Distrital de
las Artes.
Cinco discos de oro obtenidos en Europa, la condecoración
como Caballero de las Artes y las Letras por el Gobierno Francés, su participación
en tantos festivales y concursos en Francia que poco a poco le fueron dando
reconocimiento y compartir escenario junto a agrupaciones como Caimán y
Mambomanía, junto al maestro cubano Alfredo Rodríguez, Camilo Azuquita, Ernesto “Tito” Puente, la Orquesta
Chaworo, Paco de Lucía, Sergio Barreto y tantos otros reconocidos músicos; no
ha sido suficiente para nublar la humildad que transmite este hombre, que entre
carcajadas e historias de su vida, explicó la razón por la que hace su música y
lo único que se puede afirmar, es que la fama ha estado lejos de serla.
Yuri Buenaventura habla del profundo respeto que le tiene al
público bogotano, por ser cuna de la salsa urbana de Colombia, porque los
bohemios de los años 70 y 80 defendieron la fuerza de la salsa, alejándola del
tropicalismo caribeño. Quienes estuvieron en esa defensa hoy son íconos en la
salsa como el Grupo Niche o Guayacán.
Jairo Varela del Grupo Niche y Alexis Lozano
de Guayacán son del Pacífico pero se hicieron en Bogotá, después se instalan en
donde están ahora, afirma Buenaventura, por eso le tiene respeto a Bogotá, por
el conocimiento que alberga en materia de Salsa.
A pesar de su experiencia, los nervios lo inundan cuando se
acerca el momento de subirse al escenario. Entre risas afirma que le dan ganas
de vomitar y de regresar al hotel, pero que después de poner el primer pie en
la tarima se le quita todo. Eso sí, que no le hablen mucho antes de su
presentación porque necesita concentración para darlo todo.
“Si la salsa no hubiera estado en mi vida yo sería pescador”
dice Yuri, y es que ama el Pacífico. Su lugar favorito es la Bocana, un caserío
al que solo se puede acceder en lanchas que salen desde Buenaventura, allí
están sus amigos de infancia que son pescadores artesanales. Le gusta ir a
comer buen pescado y charlar con su gente, a tomar biche. Yuri cuenta una
anécdota que marcó su vida y que hace parte de lo que quiere transmitir. Cuando
tenía 8 años, un muchacho negro lo llevaba a patadas todos los días desde el
colegio hasta la casa, lo hacían sentir extranjero en el Pacífico, a pesar de
haber nacido ahí, pero al ser mestizo, lo rechazaban algunos, como si le
hiciera faltapelo pa moño, para ser negro.
Él no tuvo respuestas violentas en esta situación de su
infancia, no es su manera y no es lo que promulgan sus letras. En ese punto su
tambor y sus aptitudes con la percusión le permitieron demostrar que él sí era
negro. Ese fue el momento en el que dijo: “yo no soy como ven, yo soy negro” y
para él desde ese momento comenzó su trabajo con el Pacifico. Años despuès, en
1996, el lanzamiento de su álbum Herencia Africana sumado a su carrera
artística, demostraría su compromiso con el Pacífico dando cuenta de su etnia.
Yuri Buenaventura se describe a sí mismo como un pregonero
del amor universal, de la luz y de la posibilidad de llegar a la paz, todo esto
en un camino de elevación del que él a mismo ha hecho parte, y para él, la
música en este camino tiene un rol muy importante, pues es la voz que viaja
junto a las emociones en una frecuencia que tiene como objetivo transformar.
Yuri Buenaventura lleva años preparándose para estar limpio,
dice que esa es la responsabilidad de un artista para poder estar unas horas en
la tarima: “eso no se prepara antes de subirse, es un pacto de amor con la vida
desde siempre que debe construirse y mantenerse, y así bajarse de la tarima y
decir que como mensajeros de la energía del universo que pasa por la música,
hemos entregado el mensaje del amor”. Yuri ve la música, que es creación del
hombre, como la interpretación de los sonidos del cosmos, de la vida, del mar,
del viento, de las hojas y así. En esa misión, afirma Buenaventura, no podemos
ni quedarnos, ni capturar, ni privatizar las emociones, hay que entregarlas en
un acto de amor.
El mensaje que le deja Yuri Buenaventura a los bogotanos
antes de subir al escenario, es que crean en cada uno y que no se maltraten, y
eso va a permitir creer en el otro: “si yo creo en mí, puedo creer en el otro,
creamos para formar una masa de fe en el que anunciemos cosas buenas”.
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